El 1 de Febrero, como cada día al despertar, me acerque a la jaula de mis agapornis y me encontré a Xispy tumbada boca arriba en el fondo mientras PeQue la miraba extrañado, la cogí sin pensarlo mientras le gritaba para que reaccionara.....sin éxito.
Aún estaba calentita cuándo la acurruque entre mis manos (....si me hubiese levantado antes tal vez las cosas hubiesen sido distintas...) y la lloré más de una hora mientras mi padre trataba de consolarme y preparaba una pequeña cajita de cartón para ella.
La volví a meter en su jaula con PeQue para que este se pudiese despedir. Se me partió el corazón al ver como le daba golpecitos con la cabeza e intentaba darle de comer. Me demostró los sentimientos de los que siempre uno se olvida que los animales tambien tienen.
No tenía ganas de encargarme de sus hijos, aunque ellos me necesitaban pues aún eran pequeños, mi padre se hizo cargo.
Decidí enterrarla cuanto antes, en caliente, no quería tener que pensar lo que eso significaba; asi que la envolvi, la puse en su ataud improvisado junto a su pelota favorita y mi padre me llevo a un campo cerca de casa.
Y alli se quedó, para siempre, y PeQue se quedó descolocado, llamándola; cuándo vio que no volvía dejó de canturrear y decidió quedarse en un palo quieto, triste, como todos.
Aquel día llore mucho, cada vez que alguien me decia que lo sentía, cada vez que me preguntaban por ella,... y todavía hoy se me saltan las lágrimas mientras escribo esto y la recuerdo, como seguiré haciendo siempre. No imaginaba lo que se puede llegar a querer a un animalito tan pequeño.
Xispy, mi gordita preciosa, me has dado 3 años geniales y espero que ahora vueles libre y seas feliz, aqui siempre te extrañaremos.
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